martes, mayo 30, 2006

Manual de bondage básico elemental (I)

Señoritas, caballeros, reciban ustedes mi más cordial bienvenida a éste, su Manual de Bondage Básico Elemental. Este capítulo primero, nacido con sincera vocación de prólogo, se dedicará al a priori complicado pero a posteriori fascinante mundillo del nudo en todas sus acepciones. Sogas, ataduras, amarres... Sirva como aperitivo esta descuidada clasificación basada en criterios funcionales:

1. Los nudos básicos o nudos karada: el abc del asunto, los nudos más clásicos, toda esa variedad de nudos que acaban poblando la parte central de una cuerda. De los más sencillos a los más laberínticos, de los más sobrios a los más elegantes. En este grupo encontramos el nudo Philadelphia, el doble nudo japonés de una o dos lineas, el cruzado japonés, el nudo de mariposa o el nudo del pescador.

2. Las ligaduras: el elemento básico de cualquier repertorio bondage, cuando el nudo no amarra cuerda a cuerda, sino cuerda a miembro. Aquí, aquí es donde se juega el partido, en el roce áspero del cáñamo y el yute, en la delicadeza adictiva del nylon y el rayón. Ya lo cantaba aquel: "si estoy contigo, déjame atado a este amor". En esta categoría cabrían el as de guía francés invertido (ojo, mala idea utilizarlo en suspensiones), las esposas mejicanas, el as de guía Birmingham o el muy sensual nudo Foole's.

3. Nudos "a una mano": para ser llevados a cabo en escenas que incluyan simulación de resistencia, o, claro, para epatar a las visitas. Si eres de los que cuando quiso aprender a barajar cartas con una mano éstas siempre acababan en el suelo, amigo, quizás deberías pasar al siguiente epígrafe. Recuerda que aquí buscamos vías de placer, y que para cultivar frustraciones hay otros caminos mucho más efectivos: cortarse un brazo, pasear en Domingo por la Feria del Libro, casarse... A este grupo pertenecen el falconer, el highwayman, o el clásico presilla de alondra a una mano.

4. Los llamados nudos bight: son aquellos nudos en cuya elaboración no se utiliza el final de la cuerda, lo que les convierte en desaconsejables para manos inexpertas. Pero no teman, ya saben que la mano que es hábil para la fragua es hábil para la enagua, así que porfíen en perfeccionar su técnica, porfíen, que verán que carita se les queda a sus partenaires con tan sólo verles ensayar uno de estos complicados nudos. Aquí se encuadran la versión adaptada del famoso rotí de pavo o los nudos para doble miembro.

5. Nudos para azotadores: el nudo puede convertirse no sólo en instrumento de amarre sino también en el apéndice ideal para, por ejemplo, el extremo de un luminoso látigo de latex, que con esa sencilla adenda se tranforma en un magnífico multiplicador de placeres. Dejen cerca agua oxigenada y algodón y... a jugar! Ejemplo: el nudo lasca.

6. Nudos para el mobiliario: sillas, cabeceros, muebles de escritorio, puertas correderas, sujeta-televisores de pared, percheros, bicicletas estáticas... Todo un universo de posibilidades se abre ante el explorador cuando de lo que se trata es de caminar en pos del placer amarrando el miembro anudado a alguna pieza de mobiliario presente en el hogar. Para uno de esos días, aquí teneis un pequeño tutorial básico sobre cómo atar una cuerda a los barrotes de una cama. En esta categoría se podrían incluir el nudo llano, el vuelta de dos cotes, o el delicioso nudo prusik.

7. Nudos deslizantes: ideales para parejas primerizas o escenas en las que la confianza, sí, existe, claro que existe, cómo no va a existir si somos uno y entre nosotros no hay secretos, pero por si acaso... Aquí caben el seminal slipknot o el nudo del inglés.

8. Nudos gordianos: un tipo especialmente peligroso de bondage, ya que en vez de consentimiento utiliza sorpresa, y en vez de anudar cuerda anuda voluntades. Si alguna vez os enfrentais a uno no intenteis buscar cabos sueltos, y haced en cambio lo mismo que Alejandro Magno: sacad la espada, pegad un fuerte tajo al corazón mismo del nudo y clamad: "¡es lo mismo cortarlo que desatarlo!".

Bibliografía: Kinky Ropes, I Will Knot! y Agony & Ecstasy.
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